miércoles, 12 de mayo de 2010

GILDA Y LA ESPAÑA CAÑÍ






Aquí os dejo a la gran Rita Hayworth cantando en las escenas más eróticas de la película que la convirtió en mito, Gilda. Para los pocos que en clase me escuchan, para los pocos que leen el blog, para tantos y cuantos...al menos no terminará este año sin que sepáis quién es GILDA.


GILDA Y LA CENSURA

"En el diario Ideal en 1949 aparece este texto en que el Arzobispo casi anatemiza a quien vaya a ver a Rita Hayworth en aquella “Gilda” que se desnudaba los guantes, todo un fetiche que, tal vez le elevara la moral de guerra al Arzobispo.





El texto dice así:

ARZOBISPADO

LA PELÍCULA “GILDA” NO PUEDE SER PROYECTADA Y QUEDA PROHIBIDA PARA TODO CATÓLICO.

Los periodistas y locutores tampoco podrán propagarla.

El “Boletín Oficial del Arzobispado” publica el siguiente decreto declarando gravemente inmoral y escandalosa una película cinematográfica:

Habiendo tenido noticia, con profundo dolor de Nuestra alma, de que en varios cines, así de la capital como de los pueblos de la archidiócesis, se proyecta de vez en cuando la película denominada “Gilda”, no obstante la calificación de la censura diocesana “No debe verse” y la expresa y terminante prohibición de varios Prelados españoles, declaramos y advertimos a nuestros amadísimos diocesanos que la referida película es gravemente inmoral y escandalosa, como quiera que en su desarrollo y en su desenlace conculca abiertamente las normas fundamentales de la moral cristiana.

Consiguientemente, por derecho natural y eclesiástico, ha de tenerse por ilícita y prohibida para todo católico, advirtiendo que ni los empresarios podrán proyectarla, ni los periodistas y locutores propagarla o recomendarla, ni los fieles en general presenciarla, sin onerar su conciencia con culpa grave; y que a los obstinados y contumaces deberán los confesores negarles la absolución.

Sin que obste ni pueda alegarse en contrario cualquier otro juicio, censura o recomendación.

Dado en Granada a diez de Noviembre de 1949.

+ Balbino, Arzobispo de Granada

Los señores párrocos y consiliarios de Acción Católica deben dar a conocer este decreto a los fieles.

Este suelto sería para mondarse de risa, si no encerrara detrás toda una historia de persecuciones, represiones y connivencias con un régimen tan repugnante como el franquismo (¡Ay, Garzón!). Pero como hay que reírse de la vida, os traigo una divertidísima anécdota sacada del blog de don Francisco Gil Craviotto, “La mano quemada”:

“Para hacerse una idea de lo que era aquel furor católico-fascista voy a recordar una anécdota ocurrida en Granada en los años cincuenta, en la época en que era arzobispo de dicha diócesis don Balbino Santos y Olivera, un santo varón que ya había condenado al infierno a todo osado que se atreviese a ver la película “Gilda”, la gran bestia negra de curas y obispos de aquellos años. Había entonces en la Plaza del Campillo un café, “El Alameda”, tiempo atrás famoso por haber albergado la renombrada tertulia “El Rinconcillo” -a ella habían asistido Lorca y sus amigos-, que, después de la guerra, se convirtió en café cantante. Tardes y noches actuaba allí una modesta orquestina y la folclórica de turno -entonces las llamaban vocalistas-, que, con más voluntad que arte, interpretaba las canciones de moda. Un público exclusivamente masculino, mientras se tomaba su copita de anís o su taza de café adulterado, admiraba el escultural cuerpo de la cantante y disfrutaba viéndole las piernas cada vez que ésta, al compás de la música, hacía un molinete y le volaban las faldas. No era mucho, apenas una breve instantánea, pero era lo único que se permitía en aquella Granada del puritanismo y el estraperlo. Los sábados había unos llenos impresionantes y los parroquianos, ganados por la música y el alcohol, se lanzaban coreando cuanto cantase la folclórica. Otros, a través de los camareros, le enviaban un papelito pidiendo tal o cual canción. Fue así como aquella noche memorable, cuantos estaban en la sala se quedaron pasmados al ver que la vocalista se acercaba al micrófono y, muy sonriente, anunció al distinguido público: “Y a continuación, pedida por el simpatiquísimo Balbino Santos y Olivera, voy a cantar “Amado mío”.

“El simpatiquísimo Balbino”, como ya queda dicho, era el arzobispo de Granada y “Amado mío” la canción insignia de la película “Gilda”. En seguida comenzó: “Amado mío, te quiero tanto…” No llegó a terminarla. Antes de llegar al final, ya estaba la policía en el local repartiendo mandobles y deteniendo a todo el mundo. Gritos, vergajazos, tazas, platos y vasos que se hacían añicos en el suelo, gente que corría en busca de la puerta o la ventana más próxima. El caos total en cuestión de minutos. Nunca se pudo averiguar quién fue el autor de tan simpática broma y todos los detenidos, incluida la folclórica, día tras día, fueron puestos en libertad; pero muy en sigilo por los mentideros de Granada corrió el nombre de un joven poeta: José García Ladrón de Guevara. Muchos años después, mientras consumíamos sendas cervezas, el ahora prestigioso poeta me confirmó la autoría de los hechos. (Francisco Gil Craviotto)”


Tomado del blog:http://albertogranados.wordpress.com/tag/gilda/

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